«Todo es Diseño», o al menos eso dijo Paul Rand. Esta frase tan abierta a interpretación me permite usarla para determinar cómo el diseño de las interfaces existe mucho antes de la invención de internet y de un uso más establecido. Por ello, me gustaría enfocar esta práctica inicial a elementos de la cotidianeidad analógica que disfrutan de una interfaz poco visible pero existente.
Interfaz simple: Interruptor
Este interruptor en su forma más básica dispone de una interfaz táctil sencilla. Dos posiciones, dos estados. Su simplicidad se reduce a una acción equivale a una reacción. La relación es directa con el usuario y sin intermediarios. En caso de que no funcionase, es fácil darse cuenta de que algo falla y no es necesario un estudio en profundidad. Tal vez no sea el mecanismo más fácil, pero no disponía de un botijo al que hacerle una fotografía.
Interfaz compleja: una cocina
Este ejemplo es un conjunto de sistemas interrelacionados entre si y que implica un conocimiento previo de las funcionalidades de cada herramienta por separado para saber obtener un resultado positivo y sabroso. No es complicada por su imposibilidad de llegar a conocer sus funciones en un sistema conjunto, sino por la necesidad de comprender que reacción, en que tiempo y en qué medida debe ser usada cada una de las partes que compone el sistema y, sobre todo, como va a actuar el usuario final sobre ella. El diseño ha evolucionado desde la invención del fuego, adaptándose a las necesidades de cada época hasta la actual.